martes, 26 de mayo de 2009

Manejo de una crisis: Factores a tomarse en cuenta

Luego del grito de independencia el 28 de julio de 1821 y un estancamiento que duro aproximadamente 10 años, el Estado en formación se encontró con una ¨oportunidad de oro¨ al encontrarse con un recurso rico en minerales y sales naturales el cual se convertiría en el abono por preferencia a nivel mundial, el guano.

Posiblemente esta oportunidad debió utilizarse para invertir en proyectos que generen un desarrollo sostenido y no derrochar los altos ingresos obtenidos. De esta manera se estaría preparado para cualquier tipo de crisis que se pudiera presentar en los años venideros. Aunque, como se sabe, no se aprovecho.

Para dicho caso se debe de tomar en cuenta diversos factores:

Suerte: Es una forma de superstición y a la vez el creer en una organización de los sucesos afortunados y desafortunados. Lo que el Perú tuvo con la aparición del guano en el siglo XIX y principios del siglo XX.

El guano de las islas, particularmente las islas Chincha, fue su gran producto de exportación durante mucho tiempo. A partir del año 1845 comenzó a explorarse, y por sus propiedades como fertilizante era importado por países como Inglaterra y Estados Unidos.

Comunicación: Es un factor importante para lograr cualquier objetivo en grupo. Esta consiste en que todos los miembros del equipo trabajen como uno, maxificando la productividad y disminuyendo el riesgo.

En el Perú las vías se extendieron por las ciudades principales de la costa dejando distanciadas a diferentes ciudades de la sierra y selva, lo cual provoco la falta de comunicación.

Cooperación: Se entiende por cooperación el trabajo en común llevado a cabo por un grupo de personas hacia un objetivo compartido, generalmente usando métodos también comunes, en lugar de trabajar de forma separada.

Debido a la falta este factor, por parte del sector político del Gobierno peruano, no se logró estar debidamente preparados para afrontar una guerra. Esto se debe a que, entre los años 1921 y 1979, nuestro país afrontó difíciles procesos de cambios, ya que tuvo veinticinco presidentes en tan solo 58 años.

Es por tal motivo que dicho sector se encontraba muy resquebrajado y desunido. Debido a esto, los militantes y las personas no “podían” trabajar juntas. A esta causa se le suma que la burocracia existente durante esos veinticinco años era muy corrupta, ya que hacía cualquier cosa con tal de conseguir dinero fácil, aun a costa de otras personas. Además, la clase élite de la época en vez de ayudar a la economía peruana lo que hacían era empeorarla, ya que se aprovechaban de la situación del país, debido a que el Perú no contaba con el dinero suficiente como para poder solventar la compra de maquinaria necesaria para cualquier proceso de transformación de materia prima a materia final.

Preparación peruana para afrontar la guerra con Chile (1879)
Hubo que organizarse apuradamente. El Perú había entrado en una contienda que no había deseado ni provocado y para la cual no estaba preparado. Su objetivo político era de emergencia: expulsar a Chile del territorio invadido y eliminar la amenaza de invasión territorial al Perú. El destino de la guerra dependía del control del mar. Iquique, primer puerto mayor peruano viniendo del sur, y centro principal de depósito para embarque de guano y salitre, era una zona estratégica a disputarse.

Resultaba evidente que en sus inicios la contienda se iba a focalizar en el mar, pues el dominio marítimo era fundamental para garantizar el éxito de las operaciones terrestres de los contrincantes, incluyendo comunicaciones, desplazamiento de tropas, desembarcos y aprovisionamiento a lo largo de las extensas costas del Pacífico Sur.
En general se debían preparar tanto el bélico como el social, puesto que si el país no estaba preparado para defender sus territorios, pudo haber ocurrido lo acontecido con el imperio incaico.

En lo relativo a lo social, el Perú se encontraba algo divido, puesto que ya se hacía notar más la diferencia entre las personas acaudaladas y las de menor capacidad económica.

En lo respectivo a lo bélico, el Perú no estaba preparado para encarar un conflicto de proporciones y si se tenía en cuenta que el aliado era débil y el eventual contrincante muy fuerte, hecho que impedía mantener un equilibrio en la relación de fuerzas.

La capacidad militar peruana no había logrado mantener una relación con la creciente prosperidad económica experimentada en el país en la década de 1870. El gobierno civilista del Presidente Manuel Pardo había reducido fuertemente los gastos militares, como parte de la política de su partido de intentar neutralizar el rol dominante de las fuerzas armadas. Su sucesor, el presidente constitucional Mariano Ignacio Prado (1876-79), encontró sus opciones limitadas y no pudo hacer las correcciones del caso pese a que se trataba de un militar de profesión.
Cuando estalló la guerra, el Perú tenía un ejército compuesto por unos 5,500 hombres.

La infantería consistía en ocho batallones integrados cada uno por 450 oficiales y soldados. La artillería estaba compuesta por un total de 1,000 hombres y apenas treinta cañones. Recurriendo a las reserves, para julio de 1879 el Perú logro conformar una pequeña fuerza militar de 12,000 soldados, que fueron diseminados entre las vastas costas de Tacna y Tarapacá.

La escuadra del Perú, salvo una excepción, no se había renovado en los últimos once años. Estaba integrada por dos blindados, dos monitores de hierro, dos corbetas de madera, una cañonera, algunas lanchas torpederas y seis transportes.
Sin duda la principal nave del Perú, aunque no la más grande ni veloz, era el Huáscar, que para los estándares de esos tiempos, el Huáscar era una nave de guerra formidable, adquirida a un precio bastante razonable.
Casi todas las naves de la escuadra se encontraban inmovilizadas y en pleno proceso de reparación.


Datos comparativos con la escuadra marítima chilena
La marina chilena, incluyendo a los escampavías, desplazaba un total de
13,408 toneladas, mientras que los barcos de guerra peruanos apenas alcanzaban las 9,500 toneladas. La diferencia se acentuaba aún más si se incluía en el tonelaje total a los transportes, pues los chilenos superaban las 20,000 toneladas, contra unas 7,000 toneladas de las naves auxiliares peruanas. En lo referente a artillería, la escuadra chilena poseía un total de 114 cañones y 10 ametralladoras Hotchkiss, mientras que la marina peruana disponía de 55 cañones y cuatro Gatlings.
La escuadra chilena pues aventajaba a la peruana en modernidad, cantidad, desplazamiento, blindaje, poder de artillería, y número de transportes. Los peruanos sin embargo suplían esta desventaja con oficiales navales muy capaces y preparados, aunque los marineros y grumetes fueran en su mayoría novatos y los artilleros carecieran de práctica en ejercicios de fuego real. A diferencia del resto de la flota sólo el Huáscar se encontraba medianamente operativo, pero al contrario de sus oficiales, la tripulación carecía de la disciplina y la práctica de guerra.